Tradiciones populares y literatura infantil y juvenil

Concepto

Las relaciones entre la literatura tradicional y la literatura infantil han sido puestas de relieve desde diversas perspectivas y estudios, relacionando en particular la génesis de la literatura infantil (Soriano, 1968) con los préstamos temáticos (Casanueva, 2002) o el hecho de que los etnotextos siguen actuando de hipotextos en los textos infantiles, es decir, los cuentos, mitos, leyendas, canciones o adivinanzas de origen folclórico se los han apropiado los niños y los escritores para niños. La literatura tradicional es el granero de la literatura infantil, aunque no siempre dé «pan blanco», en acertada expresión de Singer (1996).

A partir de la escritura y de la tradición literaria se produce un proceso de contaminaciones e interferencias: los escritores cultos, desde don Juan Manuel, usan materiales folclóricos, pero les aportan la individualidad, la originalidad, el estilo. Sabemos que los cuentos tradicionales no son en su origen cuentos para niños. El origen de esta confusión está en Perrault, como explica Marc Soriano (1968), la confusión entre historias para niños e historias para adultos se basa en la ecuación siguiente que equipara lo infantil a lo popular, sobre la base de que ambos, los niños y el pueblo bajo, comparten los rasgos de ignorancia, credulidad y predisposición a lo maravilloso. Lo interesante en el caso de la literatura infantil y juvenil es que se alternan dos procesos de signo opuesto: a) Proceso de re-tradicionalización o remitificación, de forma que se producen nuevos remakes o actualizaciones de leyendas y personajes de una tradición ancestral (por ejemplo, El fantasma de la guarda, de Ch. Nöstlinger). b) Proceso de des-tradicionalización, a través de desviaciones de la tradición, algo que se observa en las canciones o lírica tradicional infantil (Cerrillo, 1994), de modo que el conjuro contra las tormentas, por ejemplo, se ha convertido en un juego lírico. En todo caso, N. Pires (2005) subraya la porosidad de las fronteras entre literatura infantil, culta y tradicional, y, por tanto, la ambigüedad de estos conceptos y la versatilidad de los textos tradicionales en función de sus potencialidades ideológicas, didácticas, lúdicas o simbólicas.

 

Análisis

El profesor Singer, de la Universidad de Michigan, hace un juego de palabras entre folk y fake para indicarnos que ya desde antiguo el folclore verbal, los cuentos, canciones o leyendas se han venido presentando en forma de fakelore, de falsificación. Por ejemplo, ha sido frecuente la presentación de material escrito por autores profesionales como si fuera la reproducción auténtica de las tradiciones orales de comunidades étnicas e históricas. En Europa, un caso muy famoso fue lo que se conoció como «ossianismo», que de hecho logró engañar a casi todo el mundo y presentar como folclórico algo que no lo era.

Otro caso de desvirtuación del folclore ha sido su adaptación a modas literarias, estéticas o pedagógicas y morales. Este «folk procesado» no empieza desde luego con la producción de Walt Disney Pocahontas, sino que en gran medida está en Perrault, Mme. de Beaumont y otros autores cortesanos franceses cuando adaptan o «tuercen» cuentos folclóricos como La bella y la bestia en dirección hacia tesis, moralejas o enfoques ajenos desde luego a la tradición. El caso famosísimo de la Cenicienta o el zapatito de cristal de Perrault y la confusión homófona en francés entre «cristal» y «piel» indican cómo con una simple palabra introducida por el recopilador se puede alterar profundamente un cuento, lo cual se pone de evidencia cuando cotejamos esta versión con la de los hermanos Grimm u otras cenicientas del mundo. Así pues, la labor de los recopiladores o transcriptores en absoluto ha sido inocua, y vemos que tanto unos como otros filtran o retocan las tradiciones, y es el mediador quien debe separar.

 

Implicaciones

Distinguir el grano de la paja: El patito feo como ejemplo

El nexo entre literatura tradicional y literatura infantil es la construcción de imaginarios, en la forma de paracosmos, universos de ficción prestados o al menos influidos, como ocurre en los grandes clásicos, Tolkien, Ende, Baum, cuyos respectivos universos –la Tierra Media, Fantasía o la Tierra de Oz– son sin duda reelaboraciones de motivos folclóricos, o franquicias, si usamos la terminología de los superhéroes marvelianos y otras sagas mediáticas (Alien, Resident Evil...). Lo cierto es que los préstamos son incesantes en las narraciones seriales, como las sagas, pues las precuelas o secuelas están impregnadas de hipotextos folclóricos. Es tarea del educador y del mediador, siguiendo con la analogía de Singer, separar el grano de la paja y poner en valor aquellas hibridaciones entre literatura infantil y literatura tradicional que enriquezcan ambas tradiciones y supongan un valor estético y educativo, como ocurrió en su día con Andersen respecto a los cuentos maravillosos que tomó como modelo, aunque a la vez innovó.

Por ejemplo, El patito feo es un prototipo de texto poliédrico que ofrece pluralidad de lecturas y enfoques. No podemos olvidar que la literacidad es además un hecho social, que se inserta en una tradición cultural, de modo que lo que se suele conocer como un cuento de Andersen es también continuación de una rica tradición folclórica que el escritor danés actualiza. No hay en el folclore cuentos de patitos feos como tales, pero sí ciclos de cuentos con el leit-motiv de «el héroe poco prometedor», cuyo guion sí siguió Andersen para componer su cuento. Así, en los cuentos de hadas hay una norma implícita: desconfiar de las apariencias.

Conectando aún más con la tradición nórdica, existen motivos muy extendidos en cuentos y leyendas acerca de suplantaciones de niños por hijos de trolls (Briggs, 1976: 71). La explicación es sencilla: era frecuente justificar la deformidad, la discapacidad o el comportamiento raro, como el que demuestra el patito feo a través de un episodio de sustitución sobrenatural, dentro de una cultura popular donde los motivos de raptos y secuestros eran algo común. En estas leyendas, el niño secuestrado mágicamente también podía ser rescatado mágicamente mediante el tesón y la astucia, y ello está presente de algún modo en nuestro cuento. Tenemos aquí un ejemplo de una lectura que tiene en cuenta el hipotexto folclórico del cuento y subraya lo mágico de la transformación, la «apoteosis» (Propp) de su revelación como cisne, y el tema latente de los niños nacidos con deficiencias y deformidades, es decir, de los niños monstruosos, y la creencia de que escondían niños cambiados, que es la explicación coherente de la animadversión hacia el protagonista del cuento.

Cuando el cuento entra ya en una tradición letrada, se subrayan otros elementos. Andersen no solo tiene en cuenta la tradición para mostrarnos la crueldad hacia el intruso, sino que pone en valor temas como el amor, la compasión o el altruismo y hace además una descripción satírica de las relaciones en la granja. La sensibilidad de Andersen nos lleva, pues, a una lectura alternativa: la de los valores positivos, la de la resiliencia, la de conducir al lector a una lectura sagaz, meditativa, esto es, experta, entre líneas, que es capaz de ir más allá de lo literal. Nadie había prestado atención a que no era un pato torpe, sino un cisne, parece decirnos.

La tradición folclórica y literaria en las ficciones fantásticas

La literatura tradicional se vincula a unos valores –los de la comunidad de origen– y a unos códigos (Lotman, 2001). En la tradición ha habido siempre una dinámica entre conservación y actualización del material folclórico. Su mundo es todavía describible, y lo hacen los etnógrafos actualmente cuando describen a una comunidad y el valor que tiene la palabra en la misma, como hacen los dogones con su «Casa de la Palabra». La literatura, y en particular la infantil, se caracteriza en seguida por su capacidad de trascender un contexto concreto o cercano y de crear su propia tradición, maestros y géneros en continua renovación, ya que en esta lo que se valora es la originalidad y la individualidad. Por ejemplo, si nos referimos a un tema concreto, los vampiros, en la vertiente literaria destaca la inmortal obra Drácula, pieza clave del género, que sigue a sus antecesoras El vampiro de Polidori y Carmilla de Le Fanú, de las cuales son herederas la fascinante Soy leyenda de Richard Matheson y las Crónicas vampíricas de Anne Rice. Todas ellas son hitos de una tradición literaria específica, distinta en gran medida de la folclórica, como bien saben los rumanos, molestos con la versión de B. Stocker sobre su héroe nacional. En efecto, los folcloristas y otros estudiosos también hallan leyendas europeas de vampiros, y en esta vertiente mítico-antropológica se agruparían tanto estas recopilaciones folclóricas como los estudios del tipo Tratado sobre los vampiros de A. Calmet y otros libros sobre vampiros, hombres lobo, etc. Así, los vampiros griegos poco tienen que ver con el modelo romántico, porque pueden vivir a la luz del día. Por tanto, la imaginación popular y la literaria son carriles paralelos que unas veces convergen y otras divergen. En todo caso, la imagen juvenil del vampiro es fruto de esta hibridación entre fuentes folclóricas, literarias y modas audiovisuales, que han generado la subcultura gótica.

 

Referencias

 

Briggs, K. (1976), An Encyclopedia of Fairies,
Hobgoblins, Brownies, Boogies and Other
Supernatural Creatures, Changelings,
Pantheon Books.

Casanueva Hernández, M. (2002), Relaciones
entre Folklore y Literatura Infantil, Editorial
Anthema. Cf. tesis doctoral: El elemento
fantástico de la narrativa infantil
y juvenil en castellano en las dos últimas
décadas del siglo xx y sus relaciones con
la literatura de tradición oral, curso 2001-
2002.

Cerrillo, P. C. (1994), Lírica popular española
de tradición infantil, tesis doctoral, Universidad
Autónoma de Madrid, 1986,
Cuenca: Ediciones de la Universidad de
Castilla-La Mancha, 1994.

Pire, M. (2005). Pontes e Fronteiras: Da literatura tradicional à literatura contemporânea. Editorial Caminho, 2005

Singer, E. A. (1996), Fakelore, Multiculturalism,
and the Ethics of Children’s Literature,
www.msu.edu/user/singere/fakelore.html.

Soriano, M. (1968), Les contes de Perrault.
Culture savante et tradition populaire,
Paris: Gallimard; trad. cast. Los cuentos de
Perrault. Erudición y tradiciones populares,
Buenos Aires: Siglo XXI, 1975.

 

Fecha de ultima modificación: 2014-03-24